Versos Argénteos del Creador
Sigo escribiendo canciones mientras llega la primavera para que sean la fragancia que mi florecimiento desperdiga en armonía con la Naturaleza.
Santifico la risa como parte de mi eterno agradecimiento por el regalo de la existencia. Permanezco enamorado de la belleza que se muestra en mil formas y en unidad, impregnándolo todo de su aroma embriagador.
Surge de mi el verso con el ritmo y la cadencia deseadas evidenciando la lenta preparación a la que he sometido a mi espíritu inmaculado.
Me desnudo ante cualquiera, en la seguridad de que no daño a nadie con mi Verdad, que gusto de alimentar con el amor por su propio brillo.
Llevo en los ojos la llama de la libertad y la invoco con alegría y gozo, pues viajo volando en su lomo hacia la realización absoluta.
Me incendio de desconfianza ante la mentira, como quien encuentra una serpiente en el sendero, arrojándome en un acto reflejo a los lados del camino.
Deseo únicamente disfrutar de la abundancia que salta a la vista por doquier e ignorar la miseria de quien vive y predica con el engaño.
Reto al espejo a mostrarme más espléndido cada jornada, y me apoyo en la armonía del cosmos para ordenar mis acciones inspiradas.
Hago filosofía desde las cumbres de la sabiduria interior, dejando que mi eco retumbe en el valle de los corazones solitarios.
Ignoro los pensamientos negativos, en la certeza de que pretenden apartarme del áureo camino de la virtud.
Me quedo sin palabras cuando el milagro de la perfección aparece de manera continuada y armoniosa, como Música.
Todo gira en espiral hasta alcanzar su centro y desde ahí puedo comenzar a crear un nuevo mundo.
Agradezco, glorifico, rezo en voz alta a la divinidad, que me muestra el reflejo de su rostro en los que me rodean.